LITERATURA ECUATORIANA |
ARTURO BORJA
(1892-1912)
EPÍSTOLA
Al señor don Ernesto de Noboa y Caamaño!
Límpido caballero de la más limpia hazaña
que en la Época de Oro fuera grande de España
y que en la inquietud loca de estos tiempos, huraño
tornóse, y en el campo cultiva su agrio esplín.
Hermano-poeta, esta vida de Quito,
estúpida y molesta, está hoy insoportable
con su militarismo idiota e inaguantable.
Figúrate que apenas da uno un paso, un ¡alto!
le sorprende y le llena de un torpe sobresalto
que viene a destruir un vuelo de Pegaso
que, como sabes, anda mal y de mal paso
cuando yo lo cabalgo, y que si alguna vez,
por influjo de alguna dama de la blanca tez,
abre las alas líricas, le interrumpe el rumor
«municipal y espeso» de tanto guerreador.
[...]
Luego después las fieras de los acreedores
que andan por esas calles como estranguladores
envenenando nuestras vidas con malolientes
intrigas, jueces, leyes y miles de expedientes
y haciendo el cuotidiano horror más horroroso.
¿Qué fuera de nosotros sin la sed de lo hermoso
y lo bello y lo grande lo noble? ¡Qué fuera
si no nos refugiáramos como en una barrera
inaccesible, en nuestras orgullosas capillas
hostiles a la sorda labor de las cuchillas!
Tu dijiste en momento de genial pesimismo:
«Vivir de lo pasado... oh sublime heroísmo! »
A LOLA GUARDERAS DE CABRERA
Te haré una rima de encaje con sutil hilo de luna,
cantaré a tus ojos puros una canción de cristal
y soñaré con el coro de tus cabellos en una
mañana primaveral.
[...]
Te evocaré yo a la grupa de un negro corcel de ensueño.
conducido por el mago caballero Lohengrín.
Tendrán tus hondas pupilas ese místico beleño
de las vírgenes del Rhin.
Serás una dogaresa veneciana. Por la noche
te cantará barcarolas algún pobre trovador,
y se unirá a la del bardo que te dice su reproche
la canción del ruiseñor.
[...]
...y repasando tus sueños por ignoradas, riberas,
en la tarde, bajo el fuego del crepúsculo estival,
recordarás a un bohemio que un día quiso que oyeras
una canción de cristal.
Te haré una rima de encaje con sutil hilo de luna,
cantaré a tus ojos puros una canción de cristal
y soñaré con el coro de tus cabellos en una
mañana primaveral.
[...]
Te evocaré yo a la grupa de un negro corcel de ensueño.
conducido por el mago caballero Lohengrín.
Tendrán tus hondas pupilas ese místico beleño
de las vírgenes del Rhin.
Serás una dogaresa veneciana. Por la noche
te cantará barcarolas algún pobre trovador,
y se unirá a la del bardo que te dice su reproche
la canción del ruiseñor.
[...]
...y repasando tus sueños por ignoradas, riberas,
en la tarde, bajo el fuego del crepúsculo estival,
recordarás a un bohemio que un día quiso que oyeras
una canción de cristal.
PRIMAVERA MÍSTICA Y LUNAR
(A VÍCTOR M. LONDOÑO)
El viejo campanario
toca para el rosario,
Las viejecitas una a una
van desfilando hacia el santuario
y se diría un milenario
coro de brujas, a la luna.
Es el último día
del mes de María.
Mayo en el huerto y en el cielo:
el cielo, rosas como estrellas;
el huerto, estrellas como rosas...
Hay un perfume de consuelo
flotando por todas las cosas.
Virgen María, ¿son tus huellas?
Hay santa paz y santa calma...
sale a los labios la canción...
El alma
dice, sin voz, una oración.
Canción de amor,
oración mía,
pálida flor
de poesía.
Hora de luna y de misterio,
hora de santa bendición,
hora en que deja el cautiverio
para cantar, el corazón.
Hora de luna, hora de unción,
hora de luna y de canción.
La luna
es una
llaga blanca y divina
en el corazón hondo de la noche.
¡Oh luna diamantina,
cúbreme! ¡Haz un derroche
de lívida blancura
en mi doliente noche!
¡Llégate hasta mi cruz, pon un poco de albura
en mi corazón, llaga divina de locura!
[...]
El viejo campanario
que tocaba al rosario
se ha callado. El santuario
se queda solitario.
PARA MÍ TU RECUERDO
Para mí tu recuerdo es hoy como la sombra
del fantasma a quien dimos el nombre de adorada...
Yo fui bueno contigo. Tu desdén no me asombra,
pues no me debes nada, ni te reprocho nada.
Yo fui bueno contigo como una flor. Un día
del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
te di todo el perfume de mi melancolía,
y como quien no hiciera ningún mal me dejaste...
No te reprocho nada, o a lo más mi tristeza,
esta tristeza enorme que me quita la vida,
que me asemeja un pobre moribundo que reza
a la Virgen pidiéndole que le cure la herida.
Para mí tu recuerdo es hoy como la sombra
del fantasma a quien dimos el nombre de adorada...
Yo fui bueno contigo. Tu desdén no me asombra,
pues no me debes nada, ni te reprocho nada.
Yo fui bueno contigo como una flor. Un día
del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
te di todo el perfume de mi melancolía,
y como quien no hiciera ningún mal me dejaste...
No te reprocho nada, o a lo más mi tristeza,
esta tristeza enorme que me quita la vida,
que me asemeja un pobre moribundo que reza
a la Virgen pidiéndole que le cure la herida.
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